Queen, los alquimistas del rock , Gustavo Di Pace
Concebir el hecho artístico como búsqueda y llevarla
al extremo es siempre una apuesta arriesgada. El camino es arduo, es formador
de identidad y es también descubrimiento. Queen lo hizo. A lo largo de su
carrera, trabajaron la materia en el caldero, disco a disco, show a show, para
encontrar esa música que los justifique y los redima. En el transcurso, su
quehacer los transformó en mito.
El nombre “Queen” remite a la realeza, es
contundente, universal, tiene un efecto inmediato y es espléndido, argumentó el
mismísimo Freddie Mercury a sus compañeros ni bien entró a la banda y lo
propuso. Pero no sólo eso, con el tiempo, este nombre se transformó en sinónimo
de “arte en combustión”. Aquellas melodías, armonías y ritmos, son tajo y son celebración.
Ya en sus dos primeros discos (Queen I
y Queen II), se evidencia la
intención de fusionar rock con progresivo, y destaca el don de creación. Esto hace
a los cuatro de Londres descaradamente versátiles, camaleónicos, dioses de
varias caras que, a su vez, son un mismo dios.
Sheer
Heart Attack sería el disco bisagra en el historial del grupo,
con su variedad de estilos, recursos y un trabajo de voces francamente
deslumbrante que será sello y emblema. Faltaba muy poco para cruzar el puente
que los llevara a la eternidad de A night
at the Opera, con su memorable “Bohemian Rapsody”.
Así, en el caldero de Queen mutan, hierven y se
transforman el music hall, hipnóticos giros
orientales, el jazz estilo ragtime, diversos
tintes operísticos, secciones a capella,
el funky, el rockabilly, estribillos cantados en japonés, el góspel
estadounidense y hasta el flamenco. Un aleph
musical que re-significará el orbe de los pentagramas. Cada
canción es una gema, es lúdica transmutación de la materia en oro. La
arquitectura maestra y siempre distinta es rúbrica del grupo (sugiero hacer un
popurrí de cada disco escuchando los inicios de cada tema, es realmente una
experiencia asombrosa y feliz).
A lo largo de su obra, el lirismo y las texturas
majestuosas de “White Queen”, baladas en piano como “Lily
Of The Valley” o “You Take My Breath Away”, alternan con temas como “Brighton
Rock”, que destruye el formato canción y llega a
territorios inimaginables en el apoteósico solo de Brian May
y su Red Special (armada junto a su padre con parte de una mesa, una
chimenea antigua, un trozo de acero y un par de resortes de bicicleta). Y por
si fuera poco, hay tiempo para lo intertextual, letras que remiten a Oberón y Titania, personajes de Sueño de una Noche de Verano, de Shakespeare, en “The Fairy
Feller's Master-Stroke” y los clásicos Frankestein y Peter Pan en “Bycicle
Race”, entre otros.
En efecto, los cuatro alquimistas seguirán durante
su discografía, por lo menos, la de los años setenta, en la búsqueda de la “Piedra
Musical”.
Qué decir entonces de “You are my best friend”, “Killer
Queen”, “Good Old-Fashioned Lover Boy”, donde incluyen una canción de cuna. Qué
decir del minimalismo de “Flash Gordon”, el tema principal que fue banda de
sonido de la película homónima. Qué decir de los “grandes e inoxidables éxitos-himnos”
que todos conocemos. Sin dudas, estamos ante una obra de gran amplitud y
solidez, protagonizada por la voz infinita de Freddie
Mercury, el bajo crucial de John Deacon, la destreza en los parches y “los
agudos” de Roger Taylor y la iluminadora guitarra de Brian May, con sus
armonizaciones únicas, en este teatro que es la vida.
¿Habrán logrado su propósito los
alquimistas, con el sudor de su esfuerzo, humedeciendo los días medievales?
¿Habrá abierto la naturaleza el portal de sus secretos a estos fervorosos
hombres? ¿Qué hay de la purificación de sus almas, cansadas y nobles?
Cierro los ojos y me digo que no hay respuestas
últimas, la búsqueda del Misterio siempre será, en sus múltiples formas, lo que
es. Acaso el arte.
“Esto es
música y amor por todas partes”, canta Freddie en “The
Millionaire Waltz” del disco The day at
the Races.
Ahora abro los ojos y sonrío, y no puedo evitar la
emoción. “Tienen razón, muchachos, varias generaciones
confirman que esto es música y amor por todas partes. Y ustedes lo hacen
posible”.
Gustavo Di Pace