viernes, 31 de enero de 2020

Fragmento de La escritura del Grito Primitivo, Gustavo Di Pace (Alción Editora, 2018)






Postulación de la escritura del Grito Primitivo


                                  Al instante inicial no se llega.
                             desde allí, cada vez, se parte
                                       ese partir es nuestro estar:
                                                      es el crear
                                                      Hugo Mujica


Una escritura que invoque el Grito Primitivo, escribir con la fuerza de ese alarido que damos al nacer. Aspirar a lo esencial, a esa voz primera y su potencia, el desgarro ante el mundo protector que se pierde y el mundo que asoma. El pequeño cuerpo morado y virgen al aire y al afuera, que acepta el desafío de ese primer llamado de la vida de este lado, llamado de otro del que fuimos (o no) íntimo deseo.
Vislumbrar esa luz primera a la que nacemos, respirar a pesar del corte del cordón amoroso. ¿Y cómo se honra ese momento capital? Con el trabajo con la Palabra. A esa forma, a ese modo de agradecimiento, responde la escritura del Grito Primitivo. En sonante paradoja se da un lenguaje a esa voz que no lo tiene.
Porque ese niño que grita ante la primera bocanada de aire, que despierta del gran sueño literario que es el útero, es arrojado a otra literatura posible, para ser él mismo un creador, el padre de un devenir de palabras. Y en ese devenir las palabras nacen y mueren y vuelven a nacer: sabia repetición y ciclo infinito.
Pero… este es sólo el comienzo. Porque esa palabra-latido que podría respirar en el papel, en una sístole-diástole del texto, necesita constituirse en sí misma. Hay que perfeccionar lo esencial para que el grito cale en el lector, tallar la palabra como un escultor lo hace en la piedra. Esto permitirá que nazca la identidad artística, la voz personal del escritor. La construcción de un templo en la roca. Porque ese encuentro con el mundo de afuera debe respirarse en todo su “siendo” para que la palabra-latido se escriba.
Una literatura de esta clase conjura ese momento del origen (el in utero que muere para nacer) al que desde luego jamás llegará, un intento imposible pero que, en su deseo de aproximación, residirá su valor, el coraje del artista. Honrar el sagrado pasaje del agua protectora a la tierra y de allí a la incertidumbre del cielo, pero para invertir los términos: de la incertidumbre de la placenta al cielo protector que es la literatura, donde el yo se “descristaliza”.
Ante este mundo donde todo parece ser liviano y efímero, se proponen innumerables universos, multiplicadas voces únicas que constituyan, en su diferencia, una literatura nueva y llena de matices, renovadora. La escritura del Grito Primitivo es una pluma sólida que se ve, se toca, se huele, se oye y se saborea, excede con creces la recepción intelectual, la trasciende, la vuelve Espíritu.