lunes, 10 de agosto de 2020

King Crimson y el Yo multiplicado, Gustavo Di Pace

 

 
          La influencia del místico ruso George Gurdjieff, autor de libros como Relatos de Belcebú a su nieto, Encuentros con hombres notables y su doctrina del Cuarto Camino, se respira en los constantes cambios de rumbo de King Crimson, que despliega bajo el omnipresente guitarrista y compositor Robert Fripp, una multiplicidad de yoes. Así, la banda de origen inglés, que podría describirse como un incesante big bang de música en expansión, fue pionera del rock progresivo en los 60, pasó al free jazz con intensas guitarras en los 70, sorprendió con su mezcla de pop, new wave y el gamelán indonesio en los 80, mutó al doble trío en la década siguiente, tomó influencias de música electrónica en el inicio del nuevo milenio y, en su última encarnación, se conformó de ochos músicos que incluyeron tres bateristas.

Una personalidad múltiple que es, paradójicamente, una sola, porque el Rey Carmesí viste diversos ropajes para ser ese Proteo que escapa siempre al signo de los tiempos.

¿Cuáles  son sus recursos? La experimentación, lo impredecible, la búsqueda permanente. Lanzarse al abismo con un mellotrón, nadar en las aguas polifónicas de un stick, fusionar instrumentos clásicos y contemporáneos.

Los músicos participantes en el proyecto han colaborado para que Fripp sea aquel hacedor de esquizofrenias sonoras que viajan del cielo al infierno en apenas un par de compases. ¿Quién es este londinense tenaz? De seguro un músico, un vanguardista, un gurú que en sus famosas Guitar Craft plantea a los alumnos los siguientes objetivos: Una vía para desarrollar una relación con la guitarra / Una vía para desarrollar una relación con la música / Una vía para desarrollar una relación con uno mismo.

También es, según afirmó el polirítmico Bill Bruford, el Misterio en persona. El baterista contó que, cuando entró al grupo, Fripp no le dio una lista de canciones sino de libros: J. G. Bennet, Peter Ouspensky, Carlos Castaneda y el mencionado Gurdjieff fueron los autores recomendados.

         En otras palabras, Fripp intentaría un camino espiritual a través de la partitura para llegar a ser o, mejor dicho, la misma búsqueda constituiría el ser. Y mientras tanto, ofrenda al mundo discos como In the Court of the Crimson King, Islands, Starless and Bible Black, Red, Discipline, Beat (en homenaje a la generación de escritores que lleva tal nombre) o THRAK, entre otros.

Así, elegidos como John Wetton, Greg Lake, Adrian Belew, Tony Levin, Trey Gunn y Pat Mastelotto han sido parte de esta cofradía.

Laberinto rojo, monarca de ordenado caos. Un yo que se multiplica, se propaga, melodías y armonías como pasajes y extramuros. Obra demencial, heterogénea, atonal. Un epitafio no precisamente honroso a lo establecido. Acordes disminuidos y escalas alteradas, loops infinitos, trabajo con los ambientes, entrelazamientos de patrones rítmicos entre varios instrumentos para lograr complejas texturas, silencios, contrapuntos, el Frippertronics creado por Robert con sus melodías cíclicas crecientes, los landscapes (paisajes sonoros) después.

Crimson transporta, Crimson horada, Crimson quema, Crimson es vuelo sofísticado hacia el cielo poético.

Puesta de sol, día deslumbrante / Oro a través de mis ojos / Pero mis ojos mirando hacia dentro / sólo ven / Negro bíblico y sin estrellas

Los súbditos del Rey Carmesí lo sabemos. El hombre esquizoide del Siglo XXI ha llegado. Ahora, más que nunca, es hora de despertar.

 

Gustavo Di Pace