Con el solo que Eddie Van Halen toca en el tema “Beat it” de Michael Jackson, allá por los años ochenta, se instala definitivamente y a nivel masivo una nueva era en la forma de tocar la guitarra eléctrica. Ya había “renacido” en el instrumental “Eruption” del primer disco de la banda que lleva su nombre. Y digo renacido porque la técnica del tapping ya era conocida y practicada por otros intérpretes (el italiano Vittorio Camardese, por ejemplo, y Jimmy Page, que la había aplicado tímidamente en alguna canción de Led Zeppelin). En este modo de tocar no radicaría entonces la originalidad del músico holandés, si es que se puede hablar de originalidad a estas alturas. Lo que hace único a Eddie Van Halen, su impronta y su sello en el mundo del rock, es la combinación de dicha técnica con al uso inédito de la palanca o vibrato, los arreglos que desarrolla en cada tema y ese fraseo impredecible, rutilante, que hace de la melodía una sucesión de notas veloces y siempre sorprendentes. Este combo explosivo en la composición (porque también es un eximio compositor) y en la interpretación del instrumento, suena como un juego de artificio en apoteósico esplendor. Se sabe que las crónicas musicales de la época hablan de la incredulidad del público y de varios colegas ante ese joven desfachatado que corría y saltaba por el escenario, mientras, de su guitarra, manaba aquel “sonido deslumbrante”.
Cabe recordar que Miles Davis afirma en un reportaje que un músico proveniente del rock, un tal Jimmy Hendrix, negro y revolucionario, es el que despierta en él una nueva manera de ver, de tocar, de sentir. Hay más ejemplos, claro: artistas como Vivaldi, Bach o Paganinni tendrán hijos futuros como Yngwie Malmsteen o el mismísimo Ritchie Blackmore, de Deep Purple y Rainbow. Así, todos los géneros y estilos se influencian. El arte crece, evoluciona, se supera a sí mismo, muta y se transforma.
Eddie Van Halen bebe de la tradición e inicia sus búsquedas a partir de ella, logrando una personalidad distintiva y renovadora. De esa mixtura entre el conocimiento cabal del oficio, el trabajo entusiasta y aquello que los griegos llaman “musa” y casi todos convenimos en llamar “inspiración”, surge entonces el arte.
¡Salud por siempre, Eddie!
Gustavo Di Pace