Me gusta cuando se
tienden puentes entre diversas expresiones artísticas o de pensamiento.
Es el caso de Salvador Dalí, que introdujo conceptos científicos en su
pintura, o Antonin Artaud que intentó una experiencia sagrada en su
teatro. Los Beatles sumaron instrumentos hindúes y clásicos a la música
popular. Queen fusionó la ópera con el rock. Hay esculturas que refieren
a mitos, fotografías y escenas de películas que emulan cuadros. Puentes y más puentes, formas de conocimiento, metodologías y expresiones que se cruzan para decir el mundo.
En literatura los ejemplos abundan. Apollinaire sorprendió con sus
caligramas, Philip K. Dick escribió El hombre en el castillo acudiendo
al I Ching. Nuestro Borges dio forma estética a ideas filosóficas y
matemáticas, coqueteó con leyendas, libros sagrados y otras literaturas.
Un palimpsesto por el cual entrevemos una escritura tras otra, como un
espejo que las refleja y a su vez las multiplica.
En mi caso, el
arquitecto que construyó los primeros puentes, allá por mi adolescencia,
fue Iron Maiden. Gracias a esta banda supe y ahondé en la cultura
egipcia, conocí mitos, me enteré de varios hechos históricos y leí
libros de género.
Borges trajo a mi memoria al minotauro que había
visto en una ilustración de la enciclopedia Yo sé / Iron Maiden me
presentó al Ícaro y sus deseos de llegar al sol.
Borges me hizo
pensar sobre una revolución irlandesa / Iron Maiden me dio a conocer
aquel famoso discurso de Churchill durante la Segunda Guerra Mundial.
Borges me llevó a la literatura policial / Iron Maiden me motivó a
sumergirme en obras de ciencia ficción que no había tenido el gusto de
leer.
Aunque las diferencias entre una banda de metal y un
escritor son obvias, me quedo con lo que los une: ambos tienden puentes,
ambos citan a Coleridge, ambos comulgan con el trabajo excelso, ambos
han logrado el favor de millones de lectores y escuchas.
En
el tristemente famoso Juan López y John Ward, Borges habla de un inglés y
un argentino que, en otras circunstancias, podrían haber sido amigos.
Cuando analizo las obras de estos artistas, el oficio y
recursos desplegados, el entusiasmo que rubrica cada una de sus obras,
imagino que ellos también podrían haberlo sido.
Tal es mi gratitud, tal es mi homenaje.
Saludos para todos y que la música y la literatura sean.