jueves, 12 de abril de 2018
Camino al tiempo abolido, fragmento de La escritura del Grito Primitivo, de Gustavo Di Pace
CAMINO AL TIEMPO ABOLIDO
Quizás, en estos tiempos que corren, aquellos manifiestos artísticos de comienzos del siglo XX ya no se lean sólo como gestos simpáticos de una época inquieta, de búsqueda constante, aquella explosión de ideas que trajo bríos nuevos al arte y al pensamiento de su época. En algunos de nosotros, nostálgicos empedernidos, incluso de un momento que no vivimos pero del cual nos llega el eco, aún resuenan algunos de aquellos “ismos” y demás postulaciones artísticas. Independientemente de si los resultados fueron o no válidos para ser algo más que un nombre en una enciclopedia, es justo reconocer que las motivaciones que los sustentaron ayudaron a desacralizar el hecho artístico y a reformularlo. Plantar bandera por una causa dio aire, decir “esto sí y esto no” dio aliento, y en estos tiempos, un cross a la mandíbula, una teoría del túnel, un método paranoico-crítico, un teatro de la crueldad, una teoría del iceberg, serían desde ya un nuevo comienzo. Defender una estética sería para celebrar, más si esta aspira a una poética propia, a una siempre necesaria autenticidad. Así, en la era de las siliconas, el Photoshop y la negación constante de la muerte, tener una idea del mundo y/o del arte que traspase la apariencia o las modas, bregar por ella en total sinceridad de sentimiento y convicción, es para algunos de nosotros un objetivo y un deber del en sí del artista.
En definitiva, se trata de llegar con nuestra palabra a la Gran Memoria, a ese Big Bang que permitió esta constelación multiplicada que es la historia de la literatura universal, el gen que todo lo hace, y en el momento de esa invocación suprema, donde lo esencial es manifestado por la obra de arte, que suceda el tiempo abolido, la anulación del pasado y el futuro en pos del presente, siempre único, siempre revelador.
de La escritura del Grito Primitivo, ensayo inédito de Gustavo Di Pace