miércoles, 14 de junio de 2017

El crimen de Artaud, por Hernán Isnardi


"Sólo los espíritus agrietados poseen aberturas al más allá."
E. Cioran

   Quisiera comenzar con dos fragmentos de Artaud (donde pueda hablar él me abstendré) que creo son fundamentales para la comprensión del texto.
Dice Artaud:
   "¿Qué se entiende por Auténtico Alienado?
Es un Hombre que prefiere volverse loco antes que traicionar una idea superior del honor humano."
"En el alienado hay un genio incomprendido que cobija en la mente una idea que produce pavor, y que sólo puede encontrar en el delirio un escape a las opresiones que le prepara la vida."
   Si fueron capaces de matar a mi amigo con esa sed imposible que es el desconocimiento opacado por la imbecilidad (cosa que denuncia a cualquier negligente), cuidado, el mundo les pertenece.
   El corto camino de la mediocridad siempre prefigura esa clara intención.
   El hombre está solo. La soledad es como una gran noche que traga todo. Ya sabemos que lo obscuro se lleva hasta las sombras y que sólo podemos hallarlas en los últimos silencios.
   Artaud, el pobre Artaud, el loco Artaud, ya no tiene la costumbre de la angustia; ya la tierra tapó toda tristeza y su dolor es otro de los olvidos.
   El poeta puede soñar lo que no sabe y ganar un espacio sin memoria.
Soledad y nada; entrega y decisión; humillación y angustia. Antonin Artaud ha llegado al infierno y el río del olvido no existe (o sí). Beber, olvidar y despertar en el infierno, en la orilla de un río que al beber olvidas todo, es sentencia.
   El vacío único de bucear en todo y al límite; siempre; en dirección a la nada.
   Dicen que en febrero de 1948 se le diagnosticó cáncer de recto terminal. Dicen también que el exceso de electroshock, además de ocasionarle la rotura de una vértebra y la caída de varios dientes, lo mató.
   Acusa el diccionario a propósito del término electroshock (electrochoque) lo siguiente:
"Terapéutica psiquiátrica consistente en el paso por el cerebro de una descarga eléctrica (en las sienes del paciente) durante unas décimas de segundo con la pérdida de conciencia. Aunque de eficacia discutida, se usa en el tratamiento de cierto tipo de psicosis."
   Me sorprendió encontrar sobre esta definición, la palabra electrocutar: "Muerte debida la paso de una descarga eléctrica".
   Lo que mata sería la dosis.
   Tratemos de ordenar desde su cabeza, cómo esa degradación le fue ganando la carne hasta pudrirla.
   Dice Artaud:
"En todo psiquiatra viviente hay un sórdido y repugnante atavismo que le hace ver en cada artista, en cada genio, a un enemigo.."
"... Los asilos de alienados son refugios de magia negra deliberados y conscientes y el tema no es sólo que los médicos promuevan la magia por sus métodos terapéuticos híbridos y disruptivos sino que la practican. Si no hubieran aparecido los médicos, no hubieran existido los enfermos..."
   Antonin Artaud comienza por el género y continúa con la especie, el electroshock:
"... y que en ese instante le permite no sólo no conocer sino terrible y desesperadamente desconocerlo que fue, cuando él era él, qué, ley, yo, rey, tú, zas, y eso. Pasé por eso y no lo voy a olvidar..."
"Pero veamos, los electroshocks jamás fueron una experiencia y agonizar en el electroshock es hacer pedazos una experiencia succionada por embriones del no-yo y que el hombre no volverá a encontrar..."
   Siempre habla de pérdida y nunca de recuperación de cualquier algo. Sigue:
"La medicina pervertida miente cada vez que muestra a un enfermo curado por las introversiones eléctricas de su método, yo sólo he visto a los aterrorizados del sistema, imposibilitados de reencontrar su yo. El que ha sido sometido al electroshock, no sale más de sus tinieblas y la vida disminuyó un grado..."
"... crear la muerte de esa manera artificial como lo hace la medicina actual es impulsar un reflujo de la nada que jamás fue provechoso para nadie.
   ¿Pero quién garantiza que los alienados de este mundo pueden ser curados por los auténticos vivientes?"
   Grave e hiperlúcido; el disminuido que no reduce un grado de genio y testifica con sus vísceras una realidad tan ineludible como inexplicable.
"Cada aplicación -dice Artaud- me sumió en un terror que duraba cada vez varias horas. Y no sin desesperación veía acercarse cada nueva aplicación pues sabía que perdería la conciencia una vez más y que durante una semana entera me vería además ahogándome en mí sin llegar a reconocerme sabiendo perfectamente que yo estaba en alguna parte pero Dios sabe donde y como si estuviese muerto."
   Termina -por ahora- con una sentencia de las más violentas que he leído y que paradójicamente está marcada por una pasividad extrema:
"Tengo que levantar una protesta por haber hallado en el electroshock a muertos que no hubiese querido ver."
   Sólo pide el derecho a disponer de su angustia, la angustia que hace a los locos, a los suicidas, a los condenados; la angustia que la medicina desconoce y que el doctor no entiende y que arranca la vida...
"Mi cuerpo y yo no queremos que nadie disponga de él." y agrega: "no existe sismógrafo humano que permita a quién me mire, llegar a una evaluación de mi sufrimiento más exacta que aquella fulminante de mi espíritu. Toda la incierta ciencia de los hombres no es superior al conocimiento inmediato que puedo tener de mi ser. Soy el único juez de lo que hay en mí."
   Es él quién esclarece (bien digo esclarece) anticipadamente su crimen.
   En el hiperlúcido trabajo sobre "Van Gogh, el suicidado por la sociedad", encontré la analogía por estudio y por sensaciones orgánicas con su vida y su muerte:
"La lucidez de Van Gogh, deja a la psiquiatría reducida a un tugurio de gorilas, obcecados y perseguidos, que sólo tienen como recurso para atenuar los más terribles estados de angustia y opresión humana, una ridícula terminología."
   ...Y recuerdo la sentencia de Porfirio: Lo semejante reconoce a lo semejante.
"El médico siempre tiene razón contra un encarcelado, porque le basta afirmar, y el enfermo siempre está en el error porque en tales casos aún sus afirmaciones de hechos entran en la categoría de un delirio catalogado, cualquiera sea la lucidez que emplee en expresarlos" le dice Artaud al excelentísimo doctor Latrémolière, director de un asilo para alienados.
   Aldo Pellegrini explica que el rechazo de Artaud al psicoanálisis tiene un fundamento ético y Antonin aclara: "Rechazaré toda tentativa de encerrar mi conciencia en preceptos y fórmulas."
   No conozco testimonio más claro que el que Artaud propone y no ha sucedido que un denigrado (físico y mentalmente) exponga y proponga con excelencia su mal y su solución.
"Soy aquel que ha sentido mejor el desconocimiento estupefaciente de su lengua en sus relaciones con el pensamiento. Soy aquel que mejor ha localizado el punto de sus más íntimos, de sus más insospechables deslizamientos. Me pierdo en mi pensamiento verdaderamente, tal como se sueña, tal como se entra súbitamente en el pensamiento. Soy aquel que conoce los recovecos de la pérdida."
   En toda la literatura de Artaud hay claves -ciertas veces claras y ciertas no- de su terrible nacimiento, vida y hasta adelantarse a su muerte. La angustia metafísica de Artaud multiplica el problema que es la vida. Artaud, como dice Pellegrini "rechaza cualquier tipo de conformismo, cualquier pretexto de alivio, cualquier engaño usado como justificativo para poder vivir".
"El hombre civilizado es un monstruo que ha desarrollado hasta el absurdo esa facultad que tenemos de derivar los pensamientos de nuestros actos, en vez de identificar nuestros actos con nuestros pensamientos."
   La ficha del psiquiátrico decía "este hombre se dice poeta". JA JA JA JA JA JA y JA. Allí donde la inteligencia exige un límite, vemos -no sin asombro- que la imbecilidad NO.
El Psiquiatra estudia...
El poeta siente...
   El poeta, estudiando algunos años, puede ser la piel del psiquiatra. El psiquiatra, aún viviendo algunas vidas, podrá jamás ser la piel del poeta.
   En el pecho del poeta se refleja -como en ningún otro- las torsiones del corazón y el sentido de una cosa. El verbo en estado puro.
   El pecho de un poeta es un volcán que, cuando hace erupción, sepulta todo lo que quiere con decisión y calor únicos. El alma también se consume con ardor... pero se rehace, siempre; porque como dice Antonin "la nada es cosa de poetas".
   La sociedad no se ha elevado aún hacia él. Han intentado bajarlo hasta el límite estúpido de sus conciencias débiles. Por eso cuidado con la pluma del poeta, la tinta puede ser sangre... y te puede matar una palabra.
   Gracias una vez más, hermano, por no haber dejado de ser jamás, Antonin Artaud.