miércoles, 6 de septiembre de 2017

El Anticristo, de Fiedrich Nietzsche (fragmento)



 

Cuando se coloca el centro de gravedad de la vida no en la vida, sino en el más allá 
- en la nada, - se le ha quitado a la vida como tal el centro de gravedad. La gran 
mentira de la inmortalidad personal destruye toda razón, toda naturaleza existente 
en el instinto, - a partir de ahora todo lo que en los instintos es beneficioso,
 favorecedor a la vida, garantizador del futuro, suscita desconfianza.  
Vivir de tal modo que ya no tenga sentido vivir, eso es lo que ahora se convierte 
en el sentido de la vida... ¿Para qué ya el sentido de comunidad, para que la gratitud
a la ascendencia y a los antepasados, para qué colaborar, confiar, para qué
favorecer y tener en cuenta algún bien general?... Todas esas cosas son tentaciones, 
todas esas cosas son desviaciones del camino recto - una sola cosa es necesaria... 
En cuanto alma inmortal, cada uno tiene idéntico rango que cualquier otro, en el 
conjunto de todos los seres la salvación de cada individuo tiene derecho a reclamar
una importancia eterna, pequeños santurrones, y locos en sus tres cuartas partes, 
tienen derecho a imaginarse que, en razón de ellos, las leyes de la naturaleza son
transgredidas, de modo constante - nunca se estigmatizará con bastante desprecio 
semejante intensificación hasta lo infinito, hasta lo impúdico, de toda especie de
egoísmo. Y, sin embargo, el cristianismo debe su victoria a esa deplorable adulación 
de la vanidad personal -con ella es con la que ha persuadido a seguirle cabalmente a
todos los malogrados, a todos los hombres de sentimientos rebeldes, a los fracasados,
a todos los desechos y escorias de la humanidad. La salvación del alma - dicho 
claramente: el mundo gira alrededor de ... El veneno de la doctrina idénticos  
derechos para todos - es el cristianismo el que lo ha diseminado de modo más radical:
 desde los más escondidos rincones de los instintos malos el cristianismo ha hecho 
una guerra a muerte a todo sentimiento de respeto y de distancia entre los hombres, 
 es decir, al presupuesto de toda elevación, de todo crecimiento de la cultura, - con 
el resentimiento de las masas ha forjado su arma capital contra nosotros, contra todos
 los seres aristocráticos, joviales, generosos, que hay en la tierra, contra nuestra 
felicidad en la tierra... [...] - El aristocratismo de los sentimientos ha sido socavado de 
la manera más subterránea por la mentira de la igualdad de las almas;  y si la creencia
 en el privilegio de los más hace y hará revoluciones, ¡es el cristianismo no se dude 
de ello, son los juicios cristianos de valor los que toda revolución no hace más que 
traducir en sangre y crímenes! El cristianismo es una rebelión de todo lo que 
se-arrastra-por-el-suelo contra todo lo que tiene altura: el evangelio de los 
viles envilece...
 



Fiedrich Nietzsche (1844-1900)
Este filósofo-escritor alemán, de influencia notable en el pensamiento del siglo xx, ubicó a la voluntad humana en la cumbre, haciendo de ella el principal motor del hombre. Es un crítico mordaz de la moral burguesa, (las ideas de la Ilustración, Platón y el cristianismo) ya que según él promueven la debilidad y no la fuerza, propia de todo hombre, y evita el nacimiento del “superhombre”, al cual aspira. Sus obras, entre otras, son: La gaya ciencia (1882), Así habló Zaratustra (1883, I y II; 1884, III; 1885, IV), Más allá del bien y del mal (1886), La genealogía de la moral (1887), El Anticristo (1888), etc.