viernes, 24 de julio de 2020

Queen, los alquimistas del rock , Gustavo Di Pace


 Concebir el hecho artístico como búsqueda y llevarla al extremo es siempre una apuesta arriesgada. El camino es arduo, es formador de identidad y es también descubrimiento. Queen lo hizo. A lo largo de su carrera, trabajaron la materia en el caldero, disco a disco, show a show, para encontrar esa música que los justifique y los redima. En el transcurso, su quehacer los transformó en mito.

El nombre “Queen” remite a la realeza, es contundente, universal, tiene un efecto inmediato y es espléndido, argumentó el mismísimo Freddie Mercury a sus compañeros ni bien entró a la banda y lo propuso. Pero no sólo eso, con el tiempo, este nombre se transformó en sinónimo de “arte en combustión”. Aquellas melodías, armonías y ritmos, son tajo y son celebración. Ya en sus dos primeros discos (Queen I y Queen II), se evidencia la intención de fusionar rock con progresivo, y destaca el don de creación. Esto hace a los cuatro de Londres descaradamente versátiles, camaleónicos, dioses de varias caras que, a su vez, son un mismo dios.

Sheer Heart Attack sería el disco bisagra en el historial del grupo, con su variedad de estilos, recursos y un trabajo de voces francamente deslumbrante que será sello y emblema. Faltaba muy poco para cruzar el puente que los llevara a la eternidad de A night at the Opera, con su memorable “Bohemian Rapsody”.

Así, en el caldero de Queen mutan, hierven y se transforman el music hall, hipnóticos giros orientales, el jazz estilo ragtime, diversos tintes operísticos, secciones a capella, el funky, el rockabilly, estribillos cantados en japonés, el góspel estadounidense y hasta el flamenco. Un aleph musical que re-significará el orbe de los pentagramas. Cada canción es una gema, es lúdica transmutación de la materia en oro. La arquitectura maestra y siempre distinta es rúbrica del grupo (sugiero hacer un popurrí de cada disco escuchando los inicios de cada tema, es realmente una experiencia asombrosa y feliz).

A lo largo de su obra, el lirismo y las texturas majestuosas de “White Queen”, baladas en piano como “Lily Of The Valley” o “You Take My Breath Away”, alternan con temas como “Brighton Rock”, que destruye el formato canción y llega a territorios inimaginables en el apoteósico solo de Brian May y su Red Special (armada junto a su padre con parte de una mesa, una chimenea antigua, un trozo de acero y un par de resortes de bicicleta). Y por si fuera poco, hay tiempo para lo intertextual, letras que remiten a Oberón y Titania, personajes de Sueño de una Noche de Verano, de Shakespeare, en “The Fairy Feller's Master-Stroke” y los clásicos Frankestein y Peter Pan en “Bycicle Race”, entre otros.

En efecto, los cuatro alquimistas seguirán durante su discografía, por lo menos, la de los años setenta, en la búsqueda de la “Piedra Musical”.

Qué decir entonces de “You are my best friend”, “Killer Queen”, “Good Old-Fashioned Lover Boy”, donde incluyen una canción de cuna. Qué decir del minimalismo de “Flash Gordon”, el tema principal que fue banda de sonido de la película homónima. Qué decir de los “grandes e inoxidables éxitos-himnos” que todos conocemos. Sin dudas, estamos ante una obra de gran amplitud y solidez, protagonizada por la voz infinita de Freddie Mercury, el bajo crucial de John Deacon, la destreza en los parches y “los agudos” de Roger Taylor y la iluminadora guitarra de Brian May, con sus armonizaciones únicas, en este teatro que es la vida.

¿Habrán logrado su propósito los alquimistas, con el sudor de su esfuerzo, humedeciendo los días medievales? ¿Habrá abierto la naturaleza el portal de sus secretos a estos fervorosos hombres? ¿Qué hay de la purificación de sus almas, cansadas y nobles?

Cierro los ojos y me digo que no hay respuestas últimas, la búsqueda del Misterio siempre será, en sus múltiples formas, lo que es. Acaso el arte.

“Esto es música y amor por todas partes”, canta Freddie en “The Millionaire Waltz” del disco The day at the Races.

Ahora abro los ojos y sonrío, y no puedo evitar la emoción. “Tienen razón, muchachos, varias generaciones confirman que esto es música y amor por todas partes. Y ustedes lo hacen posible”.

Gustavo Di Pace