lunes, 27 de noviembre de 2023

La paradoja camusiana, David Zane Mairowitz

 


Ser optimista aunque no se tenga esperanza,

Cuando se comprende el sentido filosófico del absurdo y se aprende a vivir con él, aparece una palabra clave: aventura. Y en la vida, o lo que haya de este lado de la muerte, reina una libertad suprema.

“No hay más que un problema filosófico realmente serio: el suicidio”.  Con este disparo ALBERT CAMUS (1913-1960) inicia su ensayo El mito de Sísifo, sin duda uno de los libros más influyentes de mediados del siglo XX. Si la vida no tiene sentido ni propósito, ¿para qué seguir viviendo? Camus afirma que al suicidio siempre se lo trató como un problema social. Para él, era una cuestión existencial —la única que verdaderamente cuenta.

Un suicidio “es preparado en el silencio del corazón del mismo modo que una gran obra de arte”. Morir a manos de uno mismo implica reconocer  “la falta de toda razón auténtica para vivir…” y la futilidad del sufrimiento.

En ausencia de un Dios o de un “juez” divino, el ser humano se vuelve a la vez el acusado y su propio juez, y tiene el derecho de autocondenarse. Kierkegaard, Fiódor Dostoiesvski, Fanz Kafka, Edmund Husserl y otros escritores que enfrentaron este absurdo, rechazaron la opción del suicidio y así se reconciliaron con lo irracional. Según Camús, esto los fuerza a aceptar que el afán humano de comprensión será negado y que el hombre permanecerá en un estado permanente de humillación.

En este punto Camus se vuelve crucial. Dice que no es mediante el suicidio como un ser humano se enfrenta con el absurdo, que hay que “morir sin reconciliarse y no en forma voluntaria. El suicidio es una falta de comprensión. De hecho la vida consiste en mantener vivo el absurdo, y para eso básicamente hay que observarlo”.

Vivir el absurdo significa, por sobre todo “una falta total de esperanza (que no equivale a la desesperación), un rechazo permanente (que no equivale a la renuncia) y una insatisfacción consciente (que no es lo mismo que ansiedad juvenil)”

De ello se infiere esta aparente contradicción:

“La vida será vivida más plenamente en la medida que no tiene sentido”

La falta de esperanza libera al hombre de toda ilusión acerca del futuro, y entonces es capaz de “vivir su aventura dentro de los límites de su tiempo de vida”.